La vida tiene sucesos imprevistos que nos bloquean e impiden seguir adelante, como puede ser, por ejemplo, padecer una enfermedad bastante grave, separarse de la pareja o el fallecimiento de un ser querido, entre otros.
Primero, es importante entender que la resiliencia no es una cualidad con la que se nace. Es una actitud o forma de vida que se debe aprender y desarrollar para utilizarla como una herramienta para enfrentarse a los problemas de la vida.
Ante la pérdida de un familiar o amigos se puede optar por dos caminos: el primero se trata de seguir la vía de la tristeza; el segundo conduce a reponerse ante tan dolorosa situación.
Estoy atravesando un duelo ¿cómo puedo ser resiliente?
La persona que actúa en base a la resiliencia ante lo que es la muerte y la pérdida de un ser querido, lo afronta bajo estas breves premisas:
- Entiende que existen situaciones inevitables y difíciles por las que debe atravesar en la vida, pero eso no le impide encararla y disfrutarla de la manera más optimista posible.
- Cree firmemente en la frase “después de la tormenta siempre viene la calma”, y la convierte en una afirmación poderosa que le impulsa a buscar lo bueno entre todo el proceso doloroso.
- Tiene en mente que circunstancias tan intensas como la muerte pueden ser una oportunidad de aprendizaje para crecer como persona. Porque entiende perfectamente que no puede hacer nada por cambiar esa situación inevitable de la vida.
- Construye un entorno con personas con una visión de la vida más optimista y respetuosa. Este grupo se convierte, eventualmente, en contención emocional en momentos difíciles.
- Tiene control sobre sus emociones. Siempre busca la forma de mantener el control de la emoción no de la situación. Por ejemplo, cuando muere un ser querido el sentimiento de culpa se genera y provoca inseguridad. Con la resiliencia se aprende a controlar esa culpabilidad porque adquiere la consciencia de que no puede cambiar nada.
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